lunes, 22 de junio de 2020

LA TRAGEDIA DEL 23 DE JUNIO DE 1918 “…hasta que vino un joven, se forró con costales y sacó al Señor”




LA TRAGEDIA DEL 23 DE JUNIO DE 1918
“…hasta que vino un joven, se forró con costales y sacó al Señor”

En junio de 1994 apareció en Ica, el primer número de la Revista MATICES. Un esfuerzo editorial de dos periodistas iqueños, un sueño editorial que casi se conviete en pesadilla, por el problema típico de siempre, la falta de auspiciadores y el casi nulo interés de las empresas privadas por apoyar la cultura. El trajinado y experimentado hombre de prensa, David Tataje Aparcana y un nóvel periodista, un servidor, acometieron el reto de producir una revista e actualidad y cultura. Y el primer personaje a retratar, fue don Eliseo Carbajo, legendario músico pisqueño, radicado en Ica durante más de 80 años….testigo del incendio de la iglesia del Señor de Luren…

Este año 2020, cuando se cumplen 102 años del incendio de la antigua Iglesia del Señor de Luren, compartimos su testimonio, de fe y devoción, con el deseo de motivar a los iqueños, a todos los peruanos, para fortalecer nuestro espíritu y vencer al terrible coronavirus, que nos está quitando vidas de seres queridos. Señor de Luren, proteje a tu pueblo, a tus fieles devotos del Perú y del mundo.

Tomado de la Revista Matices de Ica, junio de 1994:

Hay fechas que quedan grabadas en la memoria colectiva de un pueblo, es 23 de junio de 1918, es una de ellas. Era como cualquier día de junio, tibio y normal, la gente hacía muy temprano sus quehaceres cotidianos, compraban sus tamales y acudían al templo mucha gente, para gozar la misa.

Ese día el cura Domingo Pacheco, echó llave al templo más o menos a las 9 de la mañana y partió con rumbo desconocido. El templo estaba un poco atrás con relación al nuevo. Era de adobe, de esos adobes gruesos y largos, el techo de madera en forma de trapecio,la puerta de madera y las ventanas también.

El Señor de Luren estaba en el centro y a cada lado existían unas candilejas para colocar los cirios grandes. Afuera todo era pampón. No habían portales solo casas de adobe y quincha, hacia atrás del templo todo era chacra, panteón y los matorrales de los Elías y ya después los Panizo lo compraron. Oigaa usted, así era Ica, ahora ha crecido una enormidad.

Bueno pues, corrió la noticia que del templo salía humo por entre las rendijas de las ventanas, la gente se pasó la voz, el característico olor a quemado y la espesa bola de humo gris cobraba más fuerza. Los varones ya empezaban a inquietarse, los niños se alarmaban y las mujeres asustadas y nerviosas gritaban a viva voz ¡¡ se quema el Señor de Luren, santodios!!

Entonces comienza a cundir el pánico e impotencia. El griterío se tornaba más intenso y de rabia…¡dónde está el cura para que abra la puerta? Clamaban. Salieron a buscarlo y no lo encontraban. Las mujeres se arrodillaban y alzaban las manos implorando a Dios, todos lloraban.

No había tiempo que perder hasta que decidieron romper las puertas. Las lenguas de fuego eran enormes. Unos envases de kerosene reventaban estruendosamente, cundiendo más exaltación. La puerta se derrumba, pero como el techo amenazaba con caer, esperamos un rato para poder entrar al rescate del Señor. Con baldes y ollones se echaba agua para apagar el fuego.

Por entre las gentes, un muchacho cuyo apellido no recuerdo, se armó de valor y se decide a ingresar, se envuelve en costales mojados y heroicamente emprende rumbo al rescate. Laa intensa humareda negra impedía la visibilidad, pero más pudo la fe del Señor de Luren y el joven de pronto desaparece por entre las tinieblas. Fueron minutos de mucha tensión y angustia, a lo lejos se escuchaba su casi inaudible voz, el tiempo se hace ferozmente largo, cuando de pronto el Cristo aparece tomado de las manos de este audaz personaje, ante los ojos de una multitud que llora, aplaude y da gracias a Dios. Casi estaba carbonizado, como no recordar esta triste historia. Todo el pueblo suspendió sus labores, toda la noche lo velaron al Señor.

Don Carlos Ramón Moyano mandó hacer una urna a los carpinteros y al otro día lo sacaron en procesión. El valiente muchacho – creo que apellidaba Aquije o Cabrera, no recuerdo bien – quedó muy herido; de inmediato se lo llevaron al Socorro. Pasó tiempo para que cicatrizaran sus heridas, pero tiempo después desapareció y nunca más se supo de este heroico iqueño que salvó de las garras del fuego a nuestro Señor.

Creo que Dios lo mandó para esta misión. De inmediato los iqueños notables y de buena fe, se juntaron para tomar acciones para la reconstrucción del templo y restauración de la imagen. En el Teatro Piccone se reunieron y se formó la Sociedad de los 16 Amigos. Se dio inicio a la gran cruzada de solidaridad cristiana y católica. Se demolió lo poco que quedó, se empedró el pampón y se implantó “la fajina”, es decir, el trabajo de balde (gratis); todos acudían a cumplir con el Señor. Se construyó un horno en la parte detrás del templo, para hacer ladrillos y levantar el nuevo templo.


El 1º. de julio de 1919, se colocó la primera piedra para la construcción del templo, siendo el párroco Antonio Meléndez Méndez y don Alberto Sierralta, fue el aautor de los planos y connstructor. El padre Meléndez murió el 7 de junio de 1939. Su muerte fue muy sentida por el pueblo iqueño. Yo me acuerdo como si fuera ahorita mismo;esto no lo puedo olvidar…”

Mag. Juan Carlos Romaní Chacón
Biblioteca Municipal “José de San Martín”

ICA – PERÚ
Lunes 22 de junio del 2020



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