LA TRAGEDIA DEL
23 DE JUNIO DE 1918
“…hasta que vino
un joven, se forró con costales y sacó al Señor”
En junio de 1994 apareció en Ica,
el primer número de la Revista MATICES. Un esfuerzo editorial de dos
periodistas iqueños, un sueño editorial que casi se conviete en pesadilla, por
el problema típico de siempre, la falta de auspiciadores y el casi nulo interés
de las empresas privadas por apoyar la cultura. El trajinado y experimentado
hombre de prensa, David Tataje Aparcana y un nóvel periodista, un servidor,
acometieron el reto de producir una revista e actualidad y cultura. Y el primer
personaje a retratar, fue don Eliseo Carbajo, legendario músico pisqueño,
radicado en Ica durante más de 80 años….testigo del incendio de la iglesia del
Señor de Luren…
Este año 2020, cuando se cumplen
102 años del incendio de la antigua Iglesia del Señor de Luren, compartimos su
testimonio, de fe y devoción, con el deseo de motivar a los iqueños, a todos los
peruanos, para fortalecer nuestro espíritu y vencer al terrible coronavirus,
que nos está quitando vidas de seres queridos. Señor de Luren, proteje a tu
pueblo, a tus fieles devotos del Perú y del mundo.
Tomado de la Revista Matices de
Ica, junio de 1994:
Hay
fechas que quedan grabadas en la memoria colectiva de un pueblo, es 23 de junio
de 1918, es una de ellas. Era como cualquier día de junio, tibio y normal, la
gente hacía muy temprano sus quehaceres cotidianos, compraban sus tamales y
acudían al templo mucha gente, para gozar la misa.
Ese
día el cura Domingo Pacheco, echó llave al templo más o menos a las 9 de la
mañana y partió con rumbo desconocido. El templo estaba un poco atrás con
relación al nuevo. Era de adobe, de esos adobes gruesos y largos, el techo de
madera en forma de trapecio,la puerta de madera y las ventanas también.
El
Señor de Luren estaba en el centro y a cada lado existían unas candilejas para
colocar los cirios grandes. Afuera todo era pampón. No habían portales solo
casas de adobe y quincha, hacia atrás del templo todo era chacra, panteón y los
matorrales de los Elías y ya después los Panizo lo compraron. Oigaa usted, así
era Ica, ahora ha crecido una enormidad.
Bueno
pues, corrió la noticia que del templo salía humo por entre las rendijas de las
ventanas, la gente se pasó la voz, el característico olor a quemado y la espesa
bola de humo gris cobraba más fuerza. Los varones ya empezaban a inquietarse,
los niños se alarmaban y las mujeres asustadas y nerviosas gritaban a viva voz
¡¡ se quema el Señor de Luren, santodios!!
Entonces
comienza a cundir el pánico e impotencia. El griterío se tornaba más intenso y
de rabia…¡dónde está el cura para que abra la puerta? Clamaban. Salieron a
buscarlo y no lo encontraban. Las mujeres se arrodillaban y alzaban las manos
implorando a Dios, todos lloraban.
No
había tiempo que perder hasta que decidieron romper las puertas. Las lenguas de
fuego eran enormes. Unos envases de kerosene reventaban estruendosamente,
cundiendo más exaltación. La puerta se derrumba, pero como el techo amenazaba
con caer, esperamos un rato para poder entrar al rescate del Señor. Con baldes
y ollones se echaba agua para apagar el fuego.
Por
entre las gentes, un muchacho cuyo apellido no recuerdo, se armó de valor y se
decide a ingresar, se envuelve en costales mojados y heroicamente emprende
rumbo al rescate. Laa intensa humareda negra impedía la visibilidad, pero más
pudo la fe del Señor de Luren y el joven de pronto desaparece por entre las
tinieblas. Fueron minutos de mucha tensión y angustia, a lo lejos se escuchaba
su casi inaudible voz, el tiempo se hace ferozmente largo, cuando de pronto el
Cristo aparece tomado de las manos de este audaz personaje, ante los ojos de
una multitud que llora, aplaude y da gracias a Dios. Casi estaba carbonizado,
como no recordar esta triste historia. Todo el pueblo suspendió sus labores,
toda la noche lo velaron al Señor.
Don
Carlos Ramón Moyano mandó hacer una urna a los carpinteros y al otro día lo
sacaron en procesión. El valiente muchacho – creo que apellidaba Aquije o
Cabrera, no recuerdo bien – quedó muy herido; de inmediato se lo llevaron al
Socorro. Pasó tiempo para que cicatrizaran sus heridas, pero tiempo después
desapareció y nunca más se supo de este heroico iqueño que salvó de las garras
del fuego a nuestro Señor.
Creo
que Dios lo mandó para esta misión. De inmediato los iqueños notables y de
buena fe, se juntaron para tomar acciones para la reconstrucción del templo y
restauración de la imagen. En el Teatro Piccone se reunieron y se formó la
Sociedad de los 16 Amigos. Se dio inicio a la gran cruzada de solidaridad
cristiana y católica. Se demolió lo poco que quedó, se empedró el pampón y se
implantó “la fajina”, es decir, el trabajo de balde (gratis); todos acudían a
cumplir con el Señor. Se construyó un horno en la parte detrás del templo, para
hacer ladrillos y levantar el nuevo templo.
El
1º. de julio de 1919, se colocó la primera piedra para la construcción del
templo, siendo el párroco Antonio Meléndez Méndez y don Alberto Sierralta, fue
el aautor de los planos y connstructor. El padre Meléndez murió el 7 de junio
de 1939. Su muerte fue muy sentida por el pueblo iqueño. Yo me acuerdo como si
fuera ahorita mismo;esto no lo puedo olvidar…”
Mag.
Juan Carlos Romaní Chacón
Biblioteca
Municipal “José de San Martín”
ICA
– PERÚ
Lunes
22 de junio del 2020
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